¡DÉJATE SENTIR!
Solemos encontrar dificultad al describir cual es la emoción que sentimos... sobre todo en grado e intensidad. Nuestro vocabulario emocional limita la toma de conciencia de esas sensaciones. Reconocerlas en nosotros mismos se hace complicado, y no digamos ya, cuando nos preguntan como nos encontramos.... se convierte en una "misión CASI imposible".
" Estoy bien", "Estoy mal, ¿no me ves?", " Déjame tranquil@", "Y yo que sé, qué me pasa".... También, como se dice por mi tierra, después de preguntar qué tal estás... "Regulá, tú sabes".... (algo que hay veces que me desconcierta un poco, pues se supone que debo saberlo!!)
Quizás una de las razones que nos impide transmitir al otro, la intensidad emocional adecuada a la situación, puede ser:
- Que no hemos aprendido a utilizar ese vocabulario específico, de manera activa, en nuestro lenguaje cotidiano. Por ejemplo, si nos enfadamos ¿cuántos de nosotros seríamos capaces de utilizar palabras que describan mejor el grado de enfado que sentimos?
Enojo, fastidio, disgusto, cabreo, cólera, desagrado, indignación, exacerbación, hastío, irritación, molestia, furia, arrebato..... Todas estas, distintos niveles de una misma emoción.
Quizás puede ser porque la intensidad de las reacciones emocionales, va muy ligada a la capacidad de reconocerlas.
- Los estudios sobre vivencia afectiva muestran que en nuestra vida cotidiana predominan lo que podríamos llamar estados de ánimo difusos y de baja intensidad. (suponen del 75% al 95%.).
Podría ser, porque hasta hace muy pocos años, el esfuerzo iba encaminado a dominar esa emoción para no mostrarla, a contenerla para dejar de sentirla, a controlarla.... sin ninguna gestión emocional.
Y quizás, es momento ya, de "Dejarte sentir!", de dejar que el corazón hable, de ser sinceros y coherentes con nuestro interior y nuestro entorno, para que todo este vocabulario emocional surja fruto de la curiosidad por aprender sobre uno mismo.
"Tú creas el camino, yo te acompaño..." Carmen Parrado
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