Solemos encontrar dificultad al describir cual es la emoción que sentimos... sobre todo en grado e intensidad. Nuestro vocabulario emocional limita la toma de conciencia de esas sensaciones. Reconocerlas en nosotros mismos se hace complicado, y no digamos ya, cuando nos preguntan como nos encontramos.... se convierte en una "misión CASI imposible". " Estoy bien", "Estoy mal, ¿no me ves?", " Déjame tranquil@", "Y yo que sé, qué me pasa".... También, como se dice por mi tierra, después de preguntar qué tal estás... "Regulá, tú sabes".... (algo que hay veces que me desconcierta un poco, pues se supone que debo saberlo!!) Quizás una de las razones que nos impide transmitir al otro, la intensidad emocional adecuada a la situación, puede ser: Que no hemos aprendido a utilizar ese vocabulario específico, de manera activa, en nuestro lenguaje cotidiano. Por ejemplo, si nos enfadamos ¿cuántos de nosotros seríamos capace